Jóvenes armados de guitarras ponen en jaque al Gobierno

Giordano amenizando la tarde en el campamento con sus canciones

Giordano amenizando la tarde en el campamento con sus canciones

Por: Alfonso Torres, de bocealo.com

Guitarras en mano acamparon un día de mayo en Gonzalo. Desde entonces atraen la atención del país y del mundo cibernético. Son indomables de una generación que tiene en sus venas el antídoto del miedo. Asimilaron el ejemplo de la raza inmortal. Se jartaron de mentiras y de la doble moral de una sociedad adultocéntrica. Desmienten con sus cuerpos el socorrido mito de que a la juventud no ta de na. El campamento de Gonzalo ha sido una campanada, una acción efervescente, un grito, una esperanza de que queda mucho por jugar.

Con guitarras y códigos cifrados los movimientos juveniles contemporáneos practican nuevas formas de movilización social, otras estrategias para enfrentar los desmanes de quienes en nombre del progreso hunden el país en el atraso.

Con guitarras y poemas y rap son portadores de una nueva sensibilidad social que perturba las agendas de los ultraconservadores enquistados en estamentos del Estado.

Tejen formas novedosas de luchar por el país, despiertan admiración de multitudes y desatan una avalancha de movilizaciones que se extiende por todos los rincones.

La costosa estrategia de los dueños de la pretendida cementera es apocada y echada a tierra por la voluntad y la fortaleza de espíritu de los movimientos juveniles que se han tomado en serio el llamdo de proteger los recursos naturales frente a la codicia y la razón instrumental.

Los símbolos son frescos, los rostros soñadores, la energía desbordante. De nuevo la juventud, la misma que en todas las épocas ha cuestionado el poder en sus raíces. La que en el 68 regó de ilusiones y sueños países y continentes. La que tomó las calles para cambiar el sentido de la historia en un mayo de París y Tlatelolco, de Praga y Nueva York.

Es la juventud de la posthistoria y de la postpolítica, la del reguee y el rap, la del comits y la publicidad. Juventud que se rebela y pone en jaque los poderes fácticos de la media isla.

Los ojos del país panean Gonzalo y al hacerlo miran el arrojo de una juventud cuestionadora, que desafía la lluvia, las presiones, las campañas de descrédito, las ofensas, los maltratos y los tiros. Que se enfrenta a un poder mucho más grande que ella pero más pequeño que lo que carga en sus mochilas: unos cuantos poemas, el sueño de un mejor país y la libido enervante de una época libertaria.

Los movimientos juveniles acampados en Gonzalo dan ejemplo a quienes hoy adultos tuvieron sus mismos sueños y lucharon por las misma causa en otras circunstancias. Dan ejemplo de articulación sin importar ideología, sexo, religión, clase social, raza, simpatía musical o deportiva. Se articulan, se inspiran y lo gozan. Su lei motiv la rebeldía. Su inspiración la nautraleza. Sus sueños libertad y justicia.

El campamento de Gonzalo es signo de lo por-venir, simbología de lo nuevo,   trinchera trinchera de lo que se construye. La torpeza de las autoridades al militarizarlo hacen de esta comunidad lugar de procesiones para otras  comunidades y para los movimientos sociales que se preparan para reforzar allí su presencia.

Gonzalo se conviete en lugar asambleario y de resistencia, en lugar de encuentro y articulación libre para rechazar la cementera de quienes creyéndose dueños del país quieren instalarla a sangre y fuego en los Haitises.

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